El estrés es necesario para nuestra supervivencia. Nos prepara para la defensa o lo huida ante un ataque. Es un mecanismo de adaptación del organismo. Es decir, es la acomodación de una persona a situaciones nuevas cuyos estímulos trastornan la homeostasis orgánica y psíquica. Ahora bien, ¿cómo actúa nuestro cerebro ante el estrés?
El cerebro es como un vigía, es aquel que se moviliza frente a una situación de peligro, es un alerta para que el organismo se prepare a enfrentar una situación no cotidiana.
El proceso comienza de esta manera:
Las neuronas prontamente envían un mensaje al hipotálamo para que se conecte con la glándula pituitaria. Esta glándula va a estimular una hormona, “la corticotropina” que es un mensajero que viaja por el Sistema Nervioso Simpático previniendo al cuerpo y a la mente de un peligro, como si fuera una alarma. Inmediatamente la glándula suprarrenal recibe la llamada de auxilio y libera al torrente sanguíneo dos hormonas “la adrenalina y el cortisol” que junto con la noradrenalina irán al salvataje de la situación.
Ahora bien, ¿qué pasa con la intervención de la adrenalina?, comenzará el aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria. ¿Y con la Noradrenalina? los sentidos se agudizan las pupilas se dilatan y los músculos se tensan para la acción, sea ésta el ataque o la huida. El efecto del cortisol al ser más prolongado aumenta el nivel de glucosa en la sangre y libera la dopamina.
Este mecanismo de adaptación normal también puede ser un arma de doble filo ¿Por qué? Porque cuando el organismo es sometido a situaciones sistemáticas y prolongadas de estrés, la glándula suprarrenal libera cortisol en exceso provocando daños que pueden llegar a ser irreparables. Pues cuando el cortisol se encuentra en abundancia, éste atrofia las neuronas asociadas a la memoria potenciando el estado de alerta general y aumentando la ansiedad, y comienzan a liberarse en exceso neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, sustancia que en caso de déficit puede provocar Depresión.
En la primer parte cuando hablábamos y definíamos el estrés, lo definíamos como un sistema adaptativo para nuestra vida. Y también veíamos el mecanismo fisiológico que desencadenaban los factores de estrés ante el peligro. Ahora veremos ¿Qué pasa cuando el estrés es continuo? Que sintomatología presenta? Una breve síntesis de sus consecuencias.
Cuando estamos sometidos a condiciones de elevado estrés tanto en intensidad como en duración, el estrés se convierte en disfuncional interfiriendo en nuestro desempeño y con consecuencias psicológicas y somáticas.
Estas pueden observarse por ejemplo
- Los síntomas subjetivos llamados cognoscitivos o psicológicos, con tonalidad displacentera, irritabilidad impaciencia. Dificultando procesos de atención y concentración
- Síntomas somáticos: encontramos los del a) Sistema cardiovascular: taquicardia, palpitaciones, dolor precordial, etc. b) Síntomas respiratorios: sensación de opresión en el pecho, dificultad para respirar etc. c) Síntomas digestivos: sensación de nudo en la garganta o estómago, vómitos ardor estomacal etc. d) Sistema genitourinario: necesidad de orinar frecuentemente, frigidez, eyaculación precoz, amenorrea etc. e) Síntomas neurovegetativos: sequedad bucal, sudoración etc.
- Se observan trastornos alimenticios, de obesidad, de sueño.
- Síntomas conductuales
Las situaciones de estrés se dan en todos los ámbitos, sean estos familiares, laborales y/o sociales. Cuando el nivel de estrés supera la capacidad que tiene el aparato psíquico para poder soportarlo, aparecen los desequilibrios químicos. Despertando no solo las enfermedades psicosomáticas, sino también las enfermedades psiquiátricas y somáticas.
Algunas de las situaciones que incrementan el estrés: muerte de un cónyuge, divorcio, muerte de un familiar, matrimonio, el nacimiento de un hijo, despidos, cambios importantes en el trabajo, en lo económico , embarazo, embarazo de una hija adolescente, problemas sexuales, enfermedades de un pariente cercano, la independencia de los hijos. etc.